Éxitos en política financiera que se ratificaron esta semana: los datos positivos sobre superávit fiscal. Sin embargo, como se ha repetido informe tras informe, La economía real continúa desacelerándose. y la pregunta sigue latente: ¿empiezará en algún momento? ¿Cuando?

Lo mejor de la semana

1- El superávit fiscal continúa. En octubre el gobierno nacional repitió datos muy positivos. Las cuentas públicas pasaron de 5 billones (un 5 seguido de doce ceros) en números rojos en 2023 a 3 billones positivos este año. Este es el núcleo inalienable del programa monetario y financiero de Milei y es lo que sostiene toda la política monetaria y cambiaria. Los ingresos fueron suficientes para pagar no sólo los gastos, sino todos los intereses de la deuda pública que heredó este gobierno.. Un logro que pocos esperaban que se pudiera alcanzar.

una pequeña perla: en octubre, El gasto que más creció fue el traslado a las universidades, más del 400%. Parece que para calmar las aguas, además de la “batalla cultural ganada” que esgrimen con orgullo los militantes libertarios y el presidente, Tuvimos que poner dinero. Una cuarta parte de todo lo que el gobierno transfirió a las universidades en 2024 se hizo en octubre.

2- La calma financiera. La estabilidad financiera y cambiaria no deja de sorprender. La brecha entre el dólar oficial y los financieros es mínima, el riesgo país está por debajo de los 750 puntos básicos y los bonos y acciones argentinos siguen subiendo. Las expectativas de un acuerdo con el FMI han crecido y se han disipado las dudas de que Argentina no podrá cumplir con sus compromisos en 2025, algo que hasta hace un par de meses era objeto de dudas y discusiones. La salida de la trampa cambiaria y el regreso de la república a los mercados internacionales de deuda empiezan a vislumbrarse cada vez más cerca. Serán dos hitos fundamentales para 2025 que mejorarán fuertemente las perspectivas de crecimiento.

3- Milei bien enfocado como estadista en el G20. A diferencia de otros foros internacionales donde priorizó su papel de líder libertario con discursos grandilocuentes y posiciones extremas, incluso a costa de desvincularse de la agenda occidental, en esta ocasión se mostró como un estadista prudente. Mostró sin escándalo sus diferencias con el documento final, profundizó su relación con los “comunistas” chinos, se reunió con líderes fundamentales como los presidentes francés e italiano, sin hacer distinciones ideológicas y dejó de lado sus diferencias personales con Lula. Un presidente que sabe bailar al ritmo de la “YMCA” en la reunión conservadora de Trump en Florida, pero que al mismo tiempo prioriza los intereses nacionales en el G20.

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Lo peor de la semana

1- La economía real no arranca. El EMAE, dato oficial del Indec que mide la evolución del PBI, arrojó un resultado decepcionante. Tras crecer un 2,7% en julio y un 0,9% en agosto, cayó un 0,3% en septiembre. Una sorpresa negativa que choca con el discurso del gobierno de que la economía empezó a crecer de manera sostenida. La estabilidad financiera ayuda y abre mejores perspectivas para empresas y familias, pero todavía no es suficiente. El consumo y la inversión siguen sin repuntar como anuncia el gobierno.

2- La industria asediada por la apertura. Las incipientes medidas para facilitar las importaciones y las compras puerta a puerta desde el exterior han puesto en alerta a los sectores industriales. Es un tema complejo y lleno de matices, aunque no cabe duda de que hay sectores como el Electrónica, ropa y automóviles, donde los precios en dólares son ridículamente altos.. El dólar oficial barato a 1000 influye fuertemente en esta distorsión de precios, así como los altos costos fiscales, burocráticos, legales y logísticos que tiene el país. La apertura de la economía requiere una gestión del gobierno muy fina, profesional y precisa, de la que hoy carece. Debemos afinar la apertura económica al mundo.

Por supuesto, debemos eliminar los superingresos de sectores privilegiados y protegidos que ganan a expensas de los consumidores (y que siempre tienen excusas creíbles y elaboradas para justificarse), pero al mismo tiempo no podemos desproteger abruptamente a otros sectores que están en una desventaja. condiciones debido al desorden histórico del país.

3- La infraestructura en claro deterioro. Las obras públicas en 2024 alcanzaron sólo el 2,3% de los ingresos totales. Un número insignificante. Se cumplirá un año de gobierno y los nuevos sistemas público privado que deberían sustituir a las tradicionales obras públicas que tanto critica Milei no están regulados. El resultado es que Hay un deterioro gradual pero sostenido de toda la infraestructura. En Chile se estima que el 20% de la infraestructura se puede hacer con sistemas público-privados. Entonces, incluso si esto se implementara rápidamente en Argentina, lo cual no ha sucedido, no sabemos cómo se resolverá el porcentaje restante que no genera ingresos atractivos para las empresas privadas. Un gran desafío pendiente para el gobierno de Milei.

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