YouTube se ha consolidado como un espacio accesible, tanto para los espectadores como para quien quiera situarse al otro lado de la pantalla y utilizar la plataforma como altavoz. Su facilidad de uso en ambos sentidos ha propiciado que cualquiera pueda convertirse en creador de contenido, incluso los más pequeños. De hecho, las quintas youtubers más seguidas de España tan solo tienen 12 y 11 años.

La exposición de menores en redes sociales siempre ha sido un tema tan delicado como poco regulado, que plantea una serie de dilemas éticos, además de preocupaciones acerca de cómo esta afecta a los niños y niñas en su desarrollo presente y futuro. Precisamente de todo esto quiero hablar hoy analizando el caso de los niños y niñas que, coordinados por sus padres, han logrado hacerse un hueco en el «mundo youtuber».

Niños y niñas youtubers más seguidos de España

Antes de nada, y para ponernos en contexto, vamos a hacer un breve repaso del top de niños y niñas youtubers más seguidos de España actualmente.

1.Las Ratitas

En primer lugar encontramos a Giselle (12 años) y Claudia (11 años), más conocidas como Las Ratitas, dos hermanas que acumulan más de 25,4 millones de seguidores en su canal principal en el que muestran juegos, retos, experiencias y promocionan juguetes y artículos. Y digo canal principal porque estas niñas tienen otro más en la plataforma, SaneuB (7,63 millones de seguidores), y también comparten uno con sus padres, Itarte Vlogs (8,19 millones).

Cabe destacar que no hay un nuevo vídeo en el canal de Las Ratitas desde hace 10 meses y en SaneuB desde hace un año. En cambio, el último vídeo de Itarte Vlogs se subió hace 3 meses. En cuanto a sus perfiles en redes, la cuenta de Instagram de Las Ratitas lleva sin subir un post al feed desde diciembre de 2023 y la de la familia Itarte desde marzo de este año.

Además de una potente presencia en redes sociales, Las Ratitas también son protagonistas de once libros, habiendo sacado el último este mismo mes, y cuentan con sus propias muñecas.

2.MikelTube

En segundo lugar nos encontramos con Mikel, un niño de 14 años que se ha hecho famoso gracias a su canal MikelTube. En él, más de 9,31 millones de seguidores disfrutan de sus vídeos jugando a videojuegos o viviendo aventuras con su familia.

La presencia de Mikel en internet no se limita a YouTube, ya que también posee perfiles en Instagram, Twitter, Facebook y TikTok, e, incluso, tiene su propia web, la cual también hace referencia a los canales de su hermano (LeoTube) y al canal familiar en el que sus padres tienen más protagonismo (FamilyTube).

En su web, además de información sobre ellos, datos de contacto, un blog donde anuncian sus lanzamientos o promocionan contenido publicitario, etc., cuenta con una sección de tienda online. En esta comercializan diversos productos de su marca: libros (MikelTube ya tiene seis y su hermano LeoTube otros seis), ropa, mochilas, mascarillas y juguetes. También vende y promociona juegos bajo colaboración con otra marca que suele tener presencia en sus vídeos.

3.TeamNico

Nico acaba de cumplir 15 años, lo que le sitúa en el limbo de este ranking. Este barcelonés sube a su canal, TeamNico, vídeos de retos, series de ficción o aventuras con sus padres. Esto le ha reportado un total de 4,09 millones de seguidores.

Este joven youtuber también tiene presencia en Instagram y en TikTok, aunque lleva bastante tiempo sin subir contenido a estas dos redes, por lo que podemos afirmar que su actividad principal sigue siendo YouTube. Al igual que todos los componentes de este top, Nico ha publicado varios libros: dos de aventuras fantásticas bajo la saga «Los mundos de Nico» y otro en el que habla de su propia experiencia, titulado «El reto de ser youtuber».

4.Arantxa Parreño

Anteriormente este canal se llamaba Los juguetes de Arantxa, pero desde hace un tiempo es simplemente Arantxa Parreño. Esta niña alicantina de 13 años que actualmente reside en Argentina, cuenta con 4,01 millones de seguidores y se caracteriza por mostrar sus experiencias, trends, desafíos, aventuras con sus amigos, etc.

Posee una fuerte presencia en redes y, además, ha sacado cuatro libros, ha presentado otros artículos con el sello de su canal, ha desfilado en pasarelas de España e Italia y ha participado en el doblaje de la película animada de 2018 «El Grinch».

5.LeoTube

Como te estarás imaginando, existe cierta relación entre LeoTube y MikelTube. Leo (10 años) es el hermano pequeño de Mikel y su relación con YouTube se remonta a hace 8 años, cuando Leo solamente tenía 2 y ya aparecía en los vídeos de su hermano mayor. Ahora, cuenta con su propio canal, en el que podemos encontrar contenido bastante similar al de Mikel pero con un toque más infantil, y en el que le siguen 4,28 millones de usuarios.

Podríamos decir que la web de MikelTube es también la de Leo, ya que ofrece información de ambos y los artículos que se pueden adquirir también lucen la marca «LeoTube».

El papel de los padres y madres

No es de extrañar que, en la actualidad, muchos jóvenes sueñen con ser youtubers, tiktokers o influencers, igual que sus ídolos de la red. El querer ser como nuestros referentes o desempeñar oficios relacionados con lo que percibimos como exitoso es algo que ha ocurrido toda la vida, simplemente antes no vivíamos en una era digital tan desarrollada y en vez de desear ser Lola Lolita podíamos soñar con ser Hannah Montana y llenar estadios en vez de contar con una gran comunidad en redes.

Así mismo, este deseo no tiene por qué venir de los menores. Y, es que, si nos fijamos en los niños y niñas youtubers más seguidos de España, encontramos un denominador común: todos comenzaron su andadura en la plataforma a edades muy pero que muy tempranas.

Las Ratitas empezaron a protagonizar vídeos en YouTube a los 3 y 4 años; MikelTube a los 6; LeoTube tuvo su propio canal a los 5, pero con tan solo 2 años ya aparecía en el de su hermano Mikel; TeamNico a los 4 y ArantxaParreño a los 4 años. Parece improbable que el de convertirse en youtubers fuese un deseo suyo, más bien se trató de un camino marcado por sus padres y madres.

Deberíamos cuestionarnos entonces cuáles son las motivaciones reales detrás de crear un canal de youtube protagonizado por menores que, en muchos casos, reporta beneficios económicos y colaboraciones con marcas publicitarias. Y es que todos los integrantes de este top se iniciaron en YouTube con vídeos en los que se les veía jugando con juguetes diferentes en cada episodio, no se trata de un tipo de contenido que llegase a posteriori.

Por lo que podemos entender que, además de buscar crear un contenido atractivo para niños y niñas que pudiesen entretenerse viendo cómo estos menores usaban los juguetes, también se trataba de un reclamo para las marcas. Una forma de demostrar que este formato es un expositor potente y que, además se percibe de forma mucho más amable, menos «publicitaria».

Cómo tratan la publicidad

La normativa europea en materia de protección al consumidor es clara, el contenido publicitario, patrocinado o las colaboraciones pagadas deben estar debidamente señalizadas, de tal forma que permitan a la audiencia identificar que se trata de un contenido comercial. No obstante, la realidad se aleja mucho de este escenario, ya que según un informe elaborado por la Red de Cooperación para la Protección del Consumidor (CPC), el 70% de los influencers españoles analizados no cumplen con la normativa.

Pero, ¿qué sucede en el caso de estos niños y niñas? Pues bien, tras analizar el contenido de sus canales se observa que la mayoría recurren a incluir la etiqueta #Publicidad en la descripción de sus vídeos o alguna frase que lo señale como vídeo patrocinado.

Por supuesto, hay quienes se esfuerzan más en señalar este hecho. Por ejemplo, tanto MikelTube como LeoTube, además del hashtag, también incluyen un aviso narrado al inicio del vídeo, y Las Ratitas y TeamNico hacen uso de las casillas de «contenido promocional» y «este canal ha recibido dinero o regalos para crear este vídeo» de YouTube. Estas son unas de las herramientas que ofrece la plataforma para informar a los usuarios de forma efectiva.

Por otra parte, en algunos de estos canales también encontramos contenido sospechoso de ser publicidad que no está marcado como tal. Desde menciones del tipo «esta marca me ha enviado esto», hasta el mostrar el producto de modo que la marca sea totalmente visible en pantalla o la inclusión del nombre del artículo y de la URL a su web en la descripción, pero sin hacer alusión a que se trate de algún tipo de acuerdo promocional.

Construcción de marcas propias

Las legiones de seguidores que estos youtubers han ido sumando a sus canales con el tiempo, no solo les han brindado fama y colaboraciones con marcas, también les han permitido construirse un personaje, saltar a la esfera pública de tal forma que han avanzado hacia la creación de una marca propia, bajo la cual lanzan libros, juguetes y todo tipo de productos que puedan resultar atractivos para su público.

Esto deja claro que, alrededor de estos menores existe todo un negocio que va más allá de las ganancias que les pueda reportar su actividad en redes sociales. Por lo tanto, deberíamos aceptar que su papel de youtubers no es un juego o un pasatiempo, sino un trabajo orientado a la consecución de beneficios financieros y a la consolidación de una imagen sólida que resulte atractiva para su público y para las empresas que deseen proyectar sus valores a través de estos niños y niñas.

Imagen de uno de los libros de Arantxa Parreño, titulado "El fantasma enfadado"

Ahora bien, si leemos las descripciones de sus canales, sus webs o las entrevistas que conceden junto con sus padres y madres, nos encontramos con que se habla de esta actividad en términos lúdicos. Se trata de vender una imagen lo más blanca posible, en la que en el centro de todo está siempre el disfrute de estos menores y lo mucho que les gusta deslumbrar a las cámaras, nunca se pone el foco en el dinero. Sin embargo, ¿hasta qué punto ese juego es libre y divertido?

Al final estamos hablando de contenidos, de vídeos que deben cumplir unas características más o menos profesionales o más o menos estrictas, pero deben cumplirlas. Por lo tanto, el menor estará dirigido y se le han dado indicaciones. Desde la orden más sencilla como, por ejemplo, no te salgas del encuadre, hasta las más estrictas como podrían ser enseñarle que debe mostrar la marca claramente a cámara, no dejan de ser marcos limitantes.

Vídeo por semana y siempre con una sonrisa

El ritmo de publicación en estos canales es abrumador en muchos casos, siendo la frecuencia media de un vídeo a la semana. En cuanto a la duración media de estos contenidos, esta se sitúa en unos 14 minutos.

No obstante, debemos tener claro que un vídeo de 14 minutos no se graba en 14 minutos ni mucho menos. Hay que contar con todo el despliegue de medios para realizar la grabación, con la repetición de tomas, con las partes que más adelante serán cortadas del contenido final pero por las que hay que pasar igualmente (por ejemplo, al mostrar una partida a un videojuego o al realizar manualidades se suelen resumir u omitir partes), etc.

En relación a esto nos encontramos con la problemática del control del tiempo que pasan los menores grabando sus vídeos. Al no existir una regulación que siente unas normas y establezca una serie de límites todo queda a criterio de los padres y madres.

Por mucho que estos pequeños youtubers disfruten, o hayan aprendido a disfrutar, de sus ratos frente a la cámara, no podemos contemplar estos momentos como ratos de ocio.

Por supuesto, el contenido que crean los niños y niñas busca ser agradable y divertido, y estos siempre se muestran enérgicos y listos para empezar una nueva aventura, juego, videojuego o experiencia. Pero, siendo realistas, no nos cuesta imaginarnos que, igual que los adultos a veces no estamos contentos, motivados o con ganas de realizar nuestro trabajo, esos menores no siempre tienen por qué querer jugar o hacer un unboxing frente a una cámara.

Tampoco debemos olvidarnos de que todos estos niños y niñas han crecido siendo youtubers, por lo que es importante reflexionar acerca de cómo el no conocer otra realidad influye en el no desearla.

Así mismo, estamos hablando de menores, los cuales son más fácilmente impresionables por el éxito y la satisfacción que, en este caso, las redes sociales pueden aportar. Por otra parte, también existiría la problemática del desear cumplir con las expectativas de los padres y madres. Algo que puede empujarles a seguir creando contenido y que también puede derivar en conflictos internos.

Otro escenario preocupante es la posibilidad de que acaben sufriendo el «síndrome del juguete roto». Este ha afectado a cantantes, artistas, deportistas y demás personas que comenzaron a ser figuras reconocidas a edades tempranas, pero que pasada esta etapa, ya sea porque se alejan del foco o porque su fama se diluye con el tiempo, se ven golpeadas por una sensación de vacío y pérdida. Esta pérdida no solo implica el no contar con tus fans, sino el perder parte de lo que habías construido como tu identidad, pudiendo derivar en depresión, trastornos o adicciones.

Política regulatoria

Si nos vamos al plano legal, nos encontramos con que el Estatuto de los Trabajadores, en su artículo 6, prohíbe que los menores de 16 años puedan trabar. Pero existen ciertas salvedades a esta norma, y las encontramos en el ámbito artístico. Ya que los menores de 16 años sí pueden trabajar en el teatro, cine y otros planos del audiovisual siempre que se cumplan las especificaciones marcadas en el Real Decreto 1435/1985 de 1 de agosto que regula la relación laboral especial de los artistas en los espectáculos públicos.

Sin embargo, actualmente en España no se dispone de una regulación que cubra el trabajo de los menores en las redes sociales. Y sí, vamos a llamarlo trabajo.

En cuanto a cómo abordan esta cuestión las plataformas, en su política relativa a los canales protagonizados por menores YouTube se lava las manos y deja sobre el tejado de los padres y madres toda responsabilidad relativa a cumplir con la legislación «es su responsabilidad cumplir todas las leyes, normas y reglamentos relacionados con la aparición de menores en los vídeos, como obtener los permisos obligatorios, proporcionarles un salario o acordar el reparto de ingresos, y regirse por las estipulaciones relativas a la enseñanza y escolarización, el entorno laboral y las horas de trabajo».

Pero, ¿quién supervisa que los tutores de los menores cumplan con la ley o de forma ética? Por lo visto, la respuesta es sencilla: nadie.

Cuánto generan estos pequeños creadores

De acuerdo con el estudio realizado en 2022 por el portal CashNetUSA tras analizar los datos de Socialblade, Las Ratitas habrían generado en YouTube unas ganancias totales de 19,45 millones de dólares (unos 18,27M€) a lo largo de toda la historia de su canal. Esto las convierte en las youtubers infantiles que más generan de España. Otro dato revelador del informe era que en cinco de los seis continentes, el canal que más dinero había generado a lo largo de su historia era de contenido infantil.

Por nuestra parte, hemos querido continuar indagando en esta cuestión, por lo que nos hemos dirigido a Socialblade para tomar los datos del resto de youtubers de nuestro listado. Contemplando un rango estimado de CPM (coste por mil impresiones), la web de análisis establece los siguientes intervalos de ganancias anuales para cada youtuber:

  • MikelTube: genera entre 40.800$ y 652.700$ al año (38.300€ – 613.100€).
  • TeamNico: entre 5.100 y 82.300$ al año (4.800€ – 77.300€).
  • Arantxa Parreño: entre 6.300$ y 100.200$ al año (5.900€ – 94.100€).
  • LeoTube: entre 57.400$ y 918.400$ al año (53.900€ – 862.800€).

Caso «Vanesa»

Aunque las cifras anteriores no dejan de ser estimaciones y se mueven en rangos que presentan grandes fluctuaciones, nos sirven para esbozar una imagen aproximada de los beneficios económicos que estos canales llegan a alcanzar. No obstante, como mencionábamos anteriormente no existen garantías de que este dinero llegue a quién lo genera: los menores. Ya que no hay una regulación que establezca el reparto de estos ingresos, lo cual puede acabar desembocando en casos como el que expuso la revista Cosmopolitan en marzo de este año.

Dicho reportaje se realizó en EE.UU. y tenía como protagonista a «Vanesa» (nombre ficticio que decidió usar la afectada para salvaguardar su privacidad), una joven de 20 años que relató su experiencia como niña influencer. Esta destacaba la presión a la que estaba sometida y cómo su madre la chantajeaba emocionalmente para que realizase su contenido y se mostrase perfecta en cámara. También habló acerca de los extensos tiempos de grabación que, en ocasiones, llegaban a interferir en sus estudios.

Esta joven se convirtió en un «personaje» recurrente en el blog de su madre influencer, alcanzó gran fama y colaboró con grandes marcas. Pero, el precio a pagar era una sobreexposición que terminó por afectarle negativamente, llegando a no saber «dónde estaba la separación entre lo real y lo seleccionado para las redes sociales». Finalmente, cuando cumplió los 18 descubrió que no había recibido nada del dinero que había generado.

Aunque este caso puede sonarnos lejano por haber sucedido al otro lado del charco, lo cierto es que todos los componentes de la historia de esta joven son peligros que pueden darse en la realidad de cualquier niño o niña influencer. Desde la presión por realizar un trabajo adecuado hasta la creación de una huella digital imborrable sobre la que no tienen ningún tipo de control real o el reparto injusto (o nulo) de los ingresos generados.

Queda patente pues la necesidad de proteger la infancia, para lo que es imperativo contar con una regulación clara y firme, que contemple los nuevos escenarios y riesgos a los que los menores pueden estar expuestos en esta era digital a la que me niego a llamar nueva, pues ya lleva un largo recorrido y solo serviría para justificar lo injustificable: que todavía no se hayan abordado estas cuestiones.

Foto: generada a través de GPT4

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